Hoy
es un día de esos lluviosos, que lo único que te apetece es no hacer nada y
dejar que la mente viaje por esos recuerdos que nunca van a volver pero que son
parte de nuestra vida.
Viajes
que provienen la mayoría de las veces, de esas personas que hacen que la magia
de sus mentes te lleve por rutas desconocidas pero que se quedan clavadas en tu
memoria y que son sus libros llenos de vida y sentimiento.
Mi
amiga Rosa María Fernández, me regalo un libro editado por la Diputación de
Zaragoza llamado “La fuente de la Saguia”….”Relatos de la generación de la
Amistad Saharaui”.
Hay
relatos de Ali Salem Iselmu, Bahia Mahmud Awah, Chedan Mahmud Yazid, Liman
Boisha, Mohamed Salem Abdelfatah Ebnu, Mohamidi Faka-La, Salem Abdalahi y Zahra
El Hasnaui Ahmed.
Todos
los relatos me fascinaron por su riqueza en su prosa y su poesía, me hicieron
ver la vida en el Sahara de una forma muy distinta a la que yo viví en mis dos
etapas en las que estuve, en los hoy llamados territorios ocupados.
Todos
los relatos son vida y huelen a desierto, a destierro, a éxodo, a muerte y
dolor, pero sobre todo también huele a esperanza y nunca a olvido.
De
Zahra Hasnaui, que me honra con su amistad, la conozco personalmente, despide
ese aroma a mujer culta, llena de amor a su pueblo y olor a desierto.
Quiero
destacar un hermoso poema que se llama Trigal y que aquí os dejo:
Calla
el verso
grita
el alma
ante
el lindo
esplendor
la
cuna gallarda
Quise
gozar
y
plantar la simiente
en
el desierto de los desiertos
Me
vi
maldiciendo
al
dios de la lluvia,
a
la tierra tacaña,
y
a la emboscada
que
me hizo caer
en
tanta belleza ausente
Grita
el verso, calla el alma
Maravilloso
poema el de Zahra, ella es entre otras y otros muchos poetas, por lo que me ha
venido esta afición a escribir o intentar hacer que unas cuantas letras juntas
se parezcan a un verso y estos a un poema, aunque mi estilo va mas por lo romántico, soy así, veces lo consigo y otras es mejor ni hablarlo.
Lo
que sí es cierto es que el escribir, me he liberado de muchos prejuicios e
etiquetas que llevamos en nuestra mochila y no sabemos soltarlas a lo largo de
nuestro camino.
Otra
de las personas a la que admiro con devoción es a Bahia M. Awah., Antropólogo,
poeta, escritor y otras muchas cosas más.
Lo
conocí a él y a su esposa Conchi cuando
vivía yo en Madrid, asistí a varias conferencias suyas así como a la
presentación de algún que otro libro.
También
asistí con ellos, cuando llegaron a Madrid a un teatro municipal de Alcalá de Henares, poetas
saharauis que nos deleitaron con poemas que se trasmitían en el tiempo mediante
la voz y no la escritura, fue una jornada inolvidable.
Un
día Bahia me conto la historia de su madre y la suya propia.
Los
avatares que tuvo que pasar para escapar de los asesinos que invadieron su
patria.
Otra
de las maravillosas historias que me conto fue la de “La maestra que me enseño
en una tabla de madera”, esta historia también viene reflejada en ese libro que
he citado publicado por la Diputación de Zaragoza, ternura y devoción por parte
esa maestra que supo inculcarle a sus
hijos su vasta y rica cultura.
Los
que hemos vivido en los hoy llamados “territorios ocupados”, no nos dimos
cuenta que estábamos ante un pueblo culto, maravilloso, lleno de sapiencia y
aptos para amoldarse ante cualquier adversidad.
No
supimos mirarlos a los ojos y clamarles que por favor nos enseñara a ser parte
de ellos, no ellos parte de nosotros…¡¡¡estábamos en su tierra!!!
Esta
prepotencia y orgullo que tenemos los que hemos colonizado otras tierras y
otras culturas, fuimos con la espada por
delante para tratar de someterlos, cuando ellos con solo la palabra nos dejaron
en la pequeñez.
De
Conchi y Bahia he aprendido mucho, y aunque no tenemos mucha relación, todos
sabemos que el día que nos encontremos de nuevo frente a frente, será como si
nunca nos hubiéramos separado.
He
disfrutado muchísimo del último libro de Conchi “Sin pedir permiso”.
No
tuve una juventud como la mayoría de los de mi edad, de muy joven ya estaba
vestido de uniforme y en aquellos años, no teníamos derecho ni a mirar hacia la
“izquierda”.
Por
eso con ese libro me vi metido en un embrollo del que seguro nunca sabría
salir, pero que mi hizo ver que fuera de mi, la vida existía en todas sus
formas.
Gracias
Conchi por esa mente tan maravillosa que tienes.
Amigo
Bahia, tus eres ese touareg que a mí me gustaría ser.
Sabes
a desierto, has vivido cerca de la
muerte, has sabido sacarle jugo a las oportunidades que la vida te ha ofrecido.
Luchas
por tu pueblo no con las armas, si no con tu pluma, con tu sapiencia que llevas
dentro y que la sacas para que sintamos que no sois nada de lo que la gente
piensa.
El
saharaui es culto, es arrogante porque lo lleva en sus genes, es admirado por
sus enemigos ya que su valentía no tiene límites, es humilde ante el vencido y
le ofrece su mano una vez derrotado.
Los
saharauis es un pueblo lleno de cultura en todos sus sentidos, ya sea
literaria, como científica.
De
ellos aprendí a orientarme en el desierto por los elementos, por el sol, por el
siroco, por las estrellas.
De
ellos aprendí a dormir en la tierra e impregnarme de su olor mientras me cubría
con un manto de estrellas.
De
ellos aprendí a ser mejor persona, sé que hay de todo un poco, pero eso pasa en
todas las culturas y razas.
Soy
uno de los privilegiados de tener en mis manos el último libro de Bahia,
“Tiris” rutas literarias, está dedicado.
Sé que es impersonal la dedicatoria,
fueron muchos los que tuvo que firmar, él no sabía quién sería el portador del ejemplar.
Igual
se, que cuando nos veamos y llegue mi libro a sus manos me hará el honor de
dedicármelo de esa manera que solo él sabe hacerla.
Tiris
rutas literarias, es el libro que todos los que amamos a este maravilloso
pueblo debería tener en su poder.
Me
perdí en un sinfín de nombres que solo él y su equipo antropológico saben de
ellos y tienen en su mente y en sus archivos.
En
Tiris, me vi con Cervantes y su Quijote, con Quevedo, Lope de Vega, Góngora y
muchos otros literatos para nosotros conocidos,
Los
escritores saharauis no tienen nada que envidiarles, ellos estaban y están a su
altura literaria.
Hemos
estudiado a los nuestros y no sabemos nada de los que crearon una vasta cultura
en los territorios donde fuimos invasores.
Una estupidez por nuestras parte,
pero somos como somos y nunca aprenderemos a respetar a los demás aunque nos
creamos que somos superiores a ellos.
Tiris
es un libro de culto, lleno de enseñanzas, el saber saborear la sombra de
un acacia, la caricia de una brisa
mañanera, el olor a un te recién hecho, el escuchar a nuestros mayores con
respeto mientras nos cuenta sus historias.
Tiris
nos enseña a escuchar el silencio del desierto, el movimiento constante de la arena
de las dunas, a saborear su aroma perfumado que vaga entre nosotros.
En
Tiris, hay historias increíbles, poesía, amor.
No he visto ni un ápice de
rencor.
Es sabido las palabras de muchos nómadas que nos dan lecciones de
vida…”tú tienes el reloj para medir el tiempo, nosotros tenemos el tiempo”.
No
nos damos cuenta que tenemos solo una vida, esta, la que estamos viviendo y la
desaprovechamos en cosas banales, sin valor alguno.
Dejamos
pasar delante de nuestras narices a personas sea de la raza o religión que sea
que nos puede aportar mucha riqueza en nuestra vida, pero lo material prevalece
y así nos va.
Me
podría extender mucho más en la riqueza que tienen los libros de los
escritores de la Generación de la
Amistad Saharaui y en este en particular, pero creo que no debo hacerme pesado.
Os
dejo aquí un bello poema de mi admirado Bahia, que viene en el libro y que no
os voy a contar la historia para dejar que vosotros mismos mediante la lectura
del libro podrías descubrirla.
Agzumal
y Tagzumalet
Si
en vuestras manos vierto
esta
leyenda de amor
es
porque mi corazón
me
evoca descifrar
nombres
de un ancestral
acto
de pasión beduina.
Y
si me pierdo en tiempos pretéritos
de
mi civilización nómada
imagino
que Galb Agzumal
supuso
en otra era
el
corazón de amor partido
de
un mozo, Agzumal.
Y
que Galb Tagzumalet
seria
el amor lastimado
de
una lozana Tagzumalet.
Todo,
según la sabiduría
beduina
, no fue más que
las
mil y una proezas
de
un lejano amor tirseño
aun
vivo en la memoria
Más
belleza no se puede describir en este magnífico poema de nuestro admirado y
amigo Bahia M. Awah.
Mare
Nostrum 19 – 02 – 2017
Adolfo
A. Morales Borrego
Unos libros que no me importaría leer para descubrir a ese pueblo tan fascinante con personas tan maravillosas.Los poemas me han gustado mucho. Me alegra de que te sientas tan afortunado de haber vivido en esas tierras tan desconicidas por mí.Saludos
ResponderEliminarQuerido amigo Adolfo, sé que amas a nuestra cultura y sus referentes y sé que eres de los que no tuvieron la posibilidad de conocernos en aquellos años de la metrópoli, las razones son muchas. Pero sé que tu esperar valió la pena para leer nuestro pensamiento literario y nuestro mensaje de lucha. Tú eres uno de los mejores amigos de nuestro frente de pluma, verso, prosa y ensayo... gracias por acompañarnos en esta larga contienda que entre todos llevaremos a su buen puerto, "La libertad del Sahara Occidental y de su pueblo".
ResponderEliminarEn verdad a veces hay momentos en los que no apetece hacer nada, como quedarse mirando al cielo, o viajar hasta el extraño mundo de los sueños, pero otras veces, es tan maravilloso dejarse llevar por un libro, adentrarse a él, para envolverse en la magia, ¿y qué seríamos sin un libro en nuestras manos? de esos que se pueden palpar aún con el tacto, que no nos quiten ese privilegio de sentirlo para poder acariciarlo y olerlo, esas páginas tan tradicionales que aún se pueden tocar, como tus palabras, que aunque sean a través de los ojos del cristal, se pueden palpar y sentir, y hasta viajar lejos con ellas.
ResponderEliminarGracias por compartir esta entrada, mi admirado y querido amigo Adolfo, es un placer siempre leerte y sentir tus letras.
Un beso enorme.
Gracias por vuestros comentrios, no suelo contestar a ellos pues me gusta que queden tan puros como lo transmitís vosotros....un beso
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