Tenía la obligación diaria y constante
de ir al aeropuerto, era como una cura para mi sentir, necesitaba ver gente, mucha
gente.
Me sentaba a observar a las personas, sus
caras, su ir y venir, también a aquellos que pacientemente esperaban a los
familiares o amigos que están a punto de aterrizar y otros los mas resignados en espera de la salida
de sus vuelo.
En sus caras se veía alegría,
impaciencia, preocupación e inclusive resignación, algunos corriendo para no
perder su vuelo.
Aquello era un enjambre de caras, cada
una de ellas era un mundo yendo en distintas direcciones.
Personas que estaban como perdidas, preguntando
por su puerta de embarque y eso que en las pantallas de información de vuelos
estaba bien especificado, pero ellos se acercaban al punto de información para cerciorarse.
Me encontraba sentado perseverante para
escribir mi relato diario, era como historias dentro de una historia, pero en capítulos,
siendo distintos los protagonistas cada día.
No me di cuenta que frente a mí se había
sentado una mujer que me observaba sin perder detalle, sus ojos eran profundos,
como si quieran entrar en mis pensamientos, no era guapa, pero tenía una
belleza que hipnotizaba.
Me quede mirándola y ella esbozo una
preciosa sonrisa, aquella cara tenía algo especial, me recordaba a mi pasado
muy lejano pero no sabía en qué rincón de ese pasado estaba.
Volví a mi cuaderno intentando concentrarme,
quería volver al mundo de esas caras que iban y venían, pero me era imposible, mi mundo estaba en los
ojos de esa mujer.
Después de mucho tiempo levante la vista y allí seguía, con sus ojos mirándome fijamente y su sonrisa cautivadora devorándome
la mente, no conseguía descifrar aquel enigma, ¿quién era esa mujer?
Se levanto y lentamente se dirigió hacia
mí, se paró a pocos centímetros, con sus manos tomo mi cara, acerco sus labios
a los míos y me dio el beso más bello que me dieran en toda mi vida, notaba que
su aliento quemaba mi boca y mi garganta, no quería que aquello terminara
nunca.
Separó unos milímetros sus labios sintiendo
como que con cada palabra que decía lo hacía sobre mis propios labios, y de su
garganta salió aquella frase que me dejo atónito…
“Gracias por los años tan bellos, llenos
de amor y pasión que me diste”
Volvió a besarme tiernamente, me miro a
los ojos y de nuevo me regalo aquella sonrisa encantadora suya.
Se marcho sin decir ninguna otra
palabra, al cabo de unos minutos reaccione y mire en todas direcciones,
imposible de encontrarla ante la multitud de personas que había en el
aeropuerto.
Note que unos ojos me observaban, estaba
a punto de embarcar, me miro, sonrió y me lanzo un beso, después se perdió en
el túnel de embarque.
Corrí cuanto pude, pero el avión ya
estaba despegando, vi como se alzaba hacia el cielo camino de su destino.
Allí me quede, mirando cómo se alejaba
hasta que desapareció de mi vista.
Intrigado mire al rotulo para ver el
destino del avión, asombrado observe como las letras luminosas cada vez de un
color decía…
“Búscame en tus sueños”
Mare Nostrum 27 – 12 – 2018
Adolfo A. Morales Borrego
Qué hermoso este relato, qué tierno y que precioso, mi admirado poeta, y es que tras esos ojos se vislumbra la belleza interior.
ResponderEliminarMe ha encantado ese final y ese mensaje que dice "Búscame en tus sueños", allá seguro que la encontrarás.
Un aplauso muy fuerte plasf plasf plasf con mi total admiración.
Besos enormes.
Muy bueno. Cuando viaje seguro que recordare tu historia. Bonito final!!!
ResponderEliminarMe encanta este relato
ResponderEliminar