La mirada penetrante
De aquella bella
mujer
Se fijaba en la suya,
Era deslumbrante
Sonrisa cautivadora,
Perfume suave
Delicado e intenso
Acaricio su cara
Con las yemas de los
dedos,
Acerco sus labios
carnosos
Con un beso
apasionado
Tan dulce y suave
Como la muerte,
Y…
Sus ojos se
encontraron
En un largo abrazo,
Se fundieron con la
noche…
Viajando hasta
La eternidad
Adolfo
Un poema-relato apasionado, romántico, dulce, fundido en un abrazo, como así escribes tú, con la intensidad del abrazo.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Maria.
EliminarNo hay que temer lo inebitable, la muerte es tan natural como la vida.
En el Sahara, donde he estado varios años, cuando un Touareg te ofrece los tres té en su jaima, te dice, "El primero es amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte".
Un beso
¡Pues que tres tes: más reales -realísimos como la vida misma! Me ha encantado el poema, gracias por compartir estas bonitas letras.
ResponderEliminarUn saludo y feliz semana.
Ah!! Me quedo por aquí. Si no le importa.
Muchas veces no nos damos cuenta que las cosas mas simples son las mas importantes y las mas reales, en el desierto tenemos (en mi caso cuando estaba alli)era tiempo, lo que en esta vida "nuestra" nos falta.
ResponderEliminarGracias por haberte asomado a esta humilde jaima, puedes hacerla tuya todo el tiempo que desees.
Un beso
Muy cautivadoras tus letras Adolfo, me gustan. Sabias palabras la de los tres tés.
ResponderEliminarUn beso.