22 oct 2011

NO FUE UN SUEÑO

¿Qué miras?

Te miro como duermes

Y……me regalaste una sonrisa

Y…. un beso, y… unas caricias…

Se abrazaba a mí tratando de fundir su cuerpo con el mío, sus besos eran lentos, suaves y deliciosos, como solo ella sabia darlos.

Buenos días mi amor, me dijo…

Nos levantamos.

Mientras le preparaba el desayuno, ella se duchaba, como hacía todas las mañanas.

Tenia que hacer un verdadero esfuerzo para no ir al baño y meterme en la ducha como en tantas ocasiones hacíamos.

Fui…. abrí un poco la puerta y la observe…

Tras la mampara estaba ese maravilloso cuerpo que tanto adoraba, notaba como el gel resbalaba por él cuando el agua caía.

¡Que envidia de ese gel y ese agua que su cuerpo recorría!

Volvía a la cocina a mis labores.

Notaba que se acercaba, escuchaba el sonido de sus tacones,  disimulaba como si no supiera que venia hacia mi, me gustaba hacerlo…

Me abrazaba por detrás, y  así  permanecía un rato, sentía sus deliciosos pechos apretandos en mi espalda, siempre alguna frase cariñosa me decía.

Veía el desayuno y con esa preciosa voz que tiene, exclamaba, ¡que rico, que buena pinta tiene!

Lo saboreaba lentamente, como me gustaba que lo hiciera.

Zumo de naranja a pequeños sorbos.

La tostada a mordiscos pequeños también.

Con el café cerraba los ojos, como si quisiera que su aroma penetrara en sus sentidos.

¿Qué miras?...

Y le salía una pequeña carcajada.

Disfrutaba viéndola comer.

Disfrutaba cuando estaba con ella, era como una droga, no estar a su lado significaba “mono”.

Nos despedíamos con un suave y delicioso beso.

Cuídate Ke……. Y me acariciaba la cara.

Al cerrar la puerta ya la echaba de menos, la tristeza invadía mi cuerpo y mi mente.

Me asomaba al balcón para verla ir.

Observaba como los hombres miraban esa prestancia y elegancia que tiene, ese contoneo de sus caderas, alguna que otra mujer también se volvía al pasar por su lado, provocaba envidia, provocaba sensación, provocaba pasión.

Me sentía orgulloso, daba gracias a no se quien, de tener una mujer como ella, seguro que era envidiado.

Después su imagen se perdía en las profundidades de la tierra.

Había desaparecido de mi vista, pero no de mi mente.

Pasaba las mañanas tratando de estar ocupado para que su ausencia no fuese tan angustiosa.

………………

Sonaban las llaves, el corazón se me aceleraba.

La puerta se abría  y allí estaba ella, dulce como siempre, con la sonrisa en los labios,  nos abrazábamos, así estábamos un rato.

No hacia falta decir nada, el contacto de nuestros cuerpos se encargaba de ello.

La llevaba al dormitorio… le quitaba el abrigo….

La tumbaba en la cama y mientras me contaba como le había ido el día… le quitaba las botas… los pantalones… la camisa…

Después la ayudaba a vestirse con la ropa de estar en casa.

Nos sentábamos en la mesa, el mismo ritual de la mañana, ¡que rico, que buena pinta tiene!

Siempre, siempre era agradecida.

Me gustaba cuidarla, hacerla de comer, darle todos los mimos posibles…. se lo merecía todo.

Era lo mejor que me había pasado en la vida.

Bueno, era, es y será….

Comíamos…. yo lo hacia deprisa,  deformación profesional, en mis tiempos teníamos que hacer las comidas muy rápido.

Me regañaba, ¿Por qué no comes más despacio?

No le hacia caso.

Lo cierto es que así tenía más tiempo para poder observarla y atender a la conversación que manteníamos.

Recogíamos la cocina.

Ella preparaba el café….

Se tumbaba con la cabeza en mi regazo, le gustaba que le acariciara… muy lentamente… las yemas de mis dedos sin apenas rozar su piel se deslizaban por sus labios… sus ojos… su cara…

¡Dios, que belleza tan grande!

Se quedaba dormida...

¿Qué miras?

Te miro como duermes

Y……me regalaba una sonrisa

Y… un te quiero, y…. ¡que rico eres!

Nos manteníamos en la tarde ocupados con asuntos pendientes… compras… ir a pasear… ir al cine… alguna que otra visita…

Nos disfrutábamos.

Estábamos juntos, eso era lo principal…

La cena era suave… ensalada… pescado a la plancha… o simplemente fruta…

Veíamos la tele, me encantaba cuando hacían una película de miedo o de  intriga, se apretaba a mí fuertemente.

Si había una de esas escenas un poco intrigantes o de suspense, pegaba un pequeño grito y me hacía  reír…

¡Tonto, no te rías!... me decía mimosamente…

Volvía a apretarse fuertemente con mi cuerpo.

¡Que delicioso era estar junto a ella!

Llegaba la hora de irnos a dormir…

Me aseaba yo primero para acostarme en su lado y así calentarle el sitio.

Escuchaba como manipulaba los distintos productos desmaquillantes, limpieza de cara, cremas y demás potingues que las mujeres se ponen por las noches.

Aparecía…

Había merecido la pena esperar, ante mi estaba una belleza sin igual, la cara radiante, sin coloretes ni pintura alguna, no hacia falta, al natural era mas hermosa aun.

Su camisón transparente, corto, dejando ver esas piernas kilométricas que tiene, su cintura de Barby, su cuerpo….

Su cuerpo era un pecado y a mi no me importaba pecar.

Se volvía y  me daba la espalda… yo abrazaba su cuerpo.

Con la barba de unos días rozaba su espalda y a la vez que mis dedos acariciaban su piel.

Estoy cansada y quiero dormir, me decía.

Yo cesaba las caricias y ella con un movimiento hacia mí, decía:

¿Quién te ha dicho que pares?

¡Lo sabia!… era su juego… nuestro juego…

Poco a poco las caricias iban en aumento, nuestros cuerpos quedaron al descubierto… piel con piel…

Mis labios recorrían cada milímetro de ella…conocía cada poro de su cuerpo…. era un delicioso manjar.

No hacían falta palabras… los gestos… sus ojos brillaban en la oscuridad… el aliento de nuestras bocas… el sonido de nuestros besos.

Nuestros cuerpos se conocían… se ansiaban… se deseaban.

Aquello era eterno… si mas nos dábamos… más nos deseábamos.

Siempre me ofrecía algo nuevo… yo aceptaba el reto.

Noches eternas… noches de amor… noches de pasión… noches de deseo… noches y noches y mas noches…

Caíamos rendidos, exhaustos, pero nuestros besos continuaban hasta que la inconsciencia del placer nos dejaba dormidos…

…………..




Nuestro amor fue…

“De los mas puros, de esos que arden mal, de los de antes.
De los que crean adicción. ¡Quizás calculamos mal la dosis! “

Ella lo dijo…

Ahora en la lejanía, en el otoño de la vida, cuando el cuerpo no es lo que era, cuando los achaques lo invaden, cuando las enfermedades se han saciado...

Sigo teniendo dentro de mí aquella hermosa mujer…

…………….

Por las mañanas cuando me despierto, miro al otro lado de la cama… cierro los ojos… la miro como duerme…se despierta y me dice….

¿Qué miras?

Te miro como duermes

Y… me regala la más hermosa de sus sonrisas.

Abro los ojos… ella no  esta… pero…… NO FUE UN SUEÑO

2 comentarios:

  1. Me ha encantado este relato de amor eterno.
    Un abrazo amigo mío.

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  2. Por eso se llama eterno, porque dura toda la vida, lo importante es haberlo vivido y yo lo he hecho. Cuídate. Un abrazo

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